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En medio de la Tormenta

  • Angel Santiago
  • May 31, 2024
  • 4 min read

Updated: Jan 1


El cielo en la tormenta

¿Alguna vez has estado en medio de una tormenta? ¿Un Huracán? ¿Un tornado? ¿Una Inundación? ¿Un fuego? Cuando hablamos de tormentas, eso es lo que nos viene a la mente. Pero las tormentas también pueden ser físicas, mentales, y/o espirituales.


¿Qué es una tormenta? De acuerdo a la Real Academia Española, una tormenta podría ser:


1.       Perturbación atmosférica violenta acompañada de truenos y viento fuerte, lluvia, nieve o granizo.

2.       Adversidad, desgracia o infelicidad de alguien.

3.       Manifestación violenta de un estado de ánimo excitado.


En la biblia, una tormenta puede asociarse con la idea de desastres, problemas y dificultades. También puede simbolizar el poder de Dios y Su poderosa presencia. (Salmos 18:1-15; 29: Habacuc 3:1-16). Oscuridad, relámpagos y truenos, y terremotos y fuegos manifiesta la grandeza de Dios.


Si miramos a un huracán o un tornado, sabemos que son tormentas muy poderosas que pueden causar mucha destrucción; materialmente hablando, pero también pueden causar dolor emocional, mental y físico debido a la pérdida de vidas y posesiones materiales.


Mientras el huracán va girando, las fuerzas del viento se llevan violentamente lo que esté en su paso; puede derribar árboles, y remover los techos de las casas. La lluvia que trae el huracán puede causar inundaciones, que también causa destrucción significativa. No importa cuán grande sea el huracán, siempre hay una zona donde no llueve, el sol brilla, y hay calma. Esta zona es el centro del huracán, lo que se llama el ojo de la tormenta.


A lo largo de nuestra vida pasamos por muchos tipos de tormenta. Muchas veces las enfrentamos solos y sentimos que todos en nuestra vida nos han abandonado en los momentos más difíciles. Pero el salmista dijo: “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá.” (Salmos 27:10)


Exploremos algunos casos en la Biblia donde diferentes personas estaban pasando por tormentas.


En el Antiguo Testamento


Durante el tiempo de Noé, el pueblo tenía una gran maldad y los pensamientos de su corazón siempre eran malos hasta el punto de entristecer el corazón de Dios. Dios decidió destruir a las personas que había creado junto con todos los animales de la tierra. Pero el amor y la misericordia de Dios proporcionaron una solución para que la humanidad estuviera a salvo de la ira que se avecinaba. Noé halló gracia en los ojos de Jehová. Noé debía construir un arca donde cualquiera que se arrepintiera de sus malos caminos pudiera entrar y estar a salvo. Desafortunadamente, la oscuridad, el mal, la corrupción y la violencia eran tan grandes en la tierra que ningún hombre se salvó, excepto Noé, su esposa, sus hijos y las esposas de sus hijos. (Génesis 6:5-8, 11-13.)


Hoy Cristo representa esa arca, por lo que cualquiera que venga a Cristo estará a salvo de la ira/tormenta que se avecina.

 

En el Nuevo Testamento


En cierta ocasión, Jesús entró en una barca con sus discípulos, y como estaba cansado, bajó a descansar. Se levantó una gran tempestad en el mar, tan grande que el barco quedó cubierto por las olas. Los discípulos temieron por sus vidas, corrieron a Jesús y lo despertaron pidiéndole que los salvara. Cuando Jesús se levantó de donde dormía, reprendió a los vientos y al mar, y hubo una gran calma. Los discípulos habían estado con Jesús desde hace algún tiempo, habían visto los milagros que Jesús había hecho, pero todavía no sabían quién era realmente. "Pero los hombres se maravillaban, diciendo: ¿Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?" (Mateo 8:23-27; Lucas 8:22-25)


Muchas veces cuando estamos en medio de una tormenta nos desesperamos, tenemos miedo, perdemos la fe y olvidamos a quién servimos, y que Jesús, Rey y Señor, creador de los cielos y la tierra, tiene el control de todo. El Señor dice: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios…". (Salmos 46:10)


Hay otro caso en la Biblia en el que una mujer estuvo sufriendo de un flujo de sangre durante 12 años. Estaba sufriendo una tormenta física en su vida y nadie, ni siquiera los médicos, podían ayudarla. Había gastado todo lo que tenía en médicos, medicinas y tratamientos en vano (Lucas 8:43).


Ella había oído hablar de Jesús, y determinó en su corazón que, si solo tocaba el borde de su manto, sería sana. Pero había muchos obstáculos que tenía que superar. Había una gran multitud de personas que rodeaban a Jesús. Estaba en el centro de la multitud. La mujer luchó contra los obstáculos de la gente y avanzó hacia el centro, hacia Jesús, donde encontraría su sanidad, su paz, su calma y sobre todo su salvación. (Lucas 8:44).


Tal vez estás pasando por tormentas físicas, mentales o espirituales en tu vida y parece que todo lo que has intentado no ha logrado aliviar tu dolor, tus sufrimientos y nadie puede ayudarte. No te preocupes ni tengas miedo, hay esperanza y hay alguien que puede ayudarte. ¡Su nombre es Jesús!


Jesús está en el centro, el ojo de la tormenta, por así decirlo. Así que, si estamos en medio de cualquier tormenta no perdamos la fe, no nos desesperemos ni tengamos miedo en cambio corramos hacia el centro, hacia el ojo de la tormenta, corramos hacia Jesús y encontraremos la calma, la paz y ese rayo de luz que buscamos entre toda la oscuridad, la corrupción y la violencia que nos rodean.


Himno:

Tú – Dariann González

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